El domingo 2 de abril de 2017, el Colegio de Periodistas del Perú publicó un comunicado titulado “¡A San Marcos y al periodismo se le respeta!” en el que se distanciaba de la periodista Patricia del Río y la conductora de televisión Magaly Medina por sus faltas de respeto contra los estudiantes de la Universidad de San Marcos. Días antes, Magaly Medina había calificado de “aprendices de terroristas” a los sanmarquinos movilizados, y Patricia del Río, junto con su co-conductor de radio Aldo Mariátegui, había tratado con sorna a un representante del movimiento estudiantil.

El comunicado del Colegio de Periodistas consta de cuatro puntos. En el primero, se solidariza con estudiantes, académicos, profesionales y ciudadanos” en el rechazo a los comentarios de las dos conductoras. En el segundo, informa que Del Río y Medina no tienen formación como periodistas y, por lo tanto, no deberían ejercer la profesión. El hecho de que lo hagan, según el Colegio, se debe únicamente a la ‘nefasta’ ley No. 26937, aprobada en 1998, que otorga el “libre ejercicio de la actividad periodística”. Según la ley, basándose en el derecho que existe en el Perú de libre expresión, derecho que puede ser ejercido por cualquier persona, “la colegiación para el ejercicio de la profesión de periodista no es obligatoria”.

Esto quiere decir que, para ejercer como periodista en el Perú, no es necesario inscribirse en el Colegio de Periodistas, atribución por lo demás razonable: el periodismo no es una profesión como la medicina o la abogacía, donde se deben seguir estrictos reglamentos y estándares para no poner en riesgo la vida de las personas. Según el comunicado, esta ley ocasiona una competencia desleal para quienes sí estudian periodismo.

El tercer punto dice que la ley No. 26937 permite el ingreso de “artistas, deportistas, humoristas, exreinas de belleza y otros sin formación académica” al rubro periodístico, contratados al antojo de las empresas de comunicación “para confusión de millones”. Patricia del Río, bachiller en Lingüística y Literatura por la PUCP y con una maestría en lingüística, ejerce el oficio de periodista desde hace cerca de dos décadas. Magaly Medina tuvo formación periodística en el Instituto Bausate y Meza (ahora universidad) y empezó a trabajar en la televisión peruana a principios de la década de 1990. Según el Colegio de Periodistas del Perú, ‘confundir’ a estas dos profesionales con periodistas con décadas de experiencia sería tan grave como que una ‘exreina de belleza’ sea vista como líder de opinión.

El cuarto punto del comunicado invoca distintas disposiciones legales que tienen que ver con la autorregulación de los medios de comunicación. El Colegio no pone en claro que tales disposiciones tienen como fin justamente que los medios de comunicación contraten a personas con ética profesional y que se tomen medidas internas para evitar la falta de respeto y sentido del deber periodístico demostrado por Del Río, Mariátegui (cuya ausencia brilla en el comunicado) y Medina.

El presente artículo no se solidariza con las desafortunadas actitudes de Del Río, Medina y, para tal caso, de Aldo Mariátegui respecto a los estudiantes de San Marcos. Tampoco se trata de defender a Magaly Medina, que ha roto varias veces la ley y cuya continuidad en los medios de comunicación es inaceptable. Simplemente se pretende resaltar que, en el caso del Colegio de Periodistas del Perú, no todos los enemigos de tus enemigos son tus amigos, aprovechando para poner de relieve la hipocresía del Colegio, que supuestamente representa a quienes ejercen un oficio importante para la información de los ciudadanos. En este sentido, le gustaría a quien escribe, periodista con formación universitaria en filosofía y literatura, citar dos casos recientes en los que el Colegio de Periodistas no emitió ningún comunicado:

En primer lugar, ante los múltiples comentarios homofóbicos, autoritarios y machistas de Phillip Butters en su programa de Radio Capital. Butters participó activamente en la campaña del odio, instigando la desinformación de “con mis hijos no te metas” y la supuesta “ideología de género” para rechazar la nueva currícula escolar. La falta de actitud profesional y de rigor periodístico de Butters llevó a su despido en Radio Capital y a la renuncia de varios periodistas ante su contrato en Radio Exitosa. Sin embargo, el Colegio de Periodistas no emitió ningún comunicado desvinculándose de este comentarista deportivo convertido en líder de la opinión homofóbica.

En segundo lugar, ante la agresión de la Policía Nacional del Perú contra el fotoperiodista Marco ‘Atoq’ Ramón Huaroto, corresponsal del periódico Perú21. El fotógrafo fue herido mientras cubría las confrontaciones durante el paro de la Panamericana Norte a pesar de su presencia como miembro de la prensa, atentando así la Policía contra el derecho a la información. Además, la familia de Huaroto denunció repetidamente que la empresa de comunicaciones El Comercio, a quien pertenece Perú21, no cumplió con el pago del mejor tratamiento para su corresponsal, ofreciéndole una suma insuficiente de dinero a cambio de la probable pérdida de la vista del fotógrafo. Una vez más, el Colegio de Periodistas no se manifestó ni respecto a la acción represiva de la Policía ni respecto a las insuficientes medidas de El Comercio para con su corresponsal herido en el trabajo.

¿Por qué ahora, entonces, hacerle caso a un Colegio que emite un comunicado tratando de descalificar a dos mujeres? ¿Por qué el comunicado no incluye la falta de profesionalismo de Aldo Mariátegui? Está claro que esta institución aprovecha la misma ‘confusión’ por la que responsabiliza a quienes no estudiaron periodismo: en el fragor de la indignación contra Del Río y Medina, el Colegio se hace pasar por una instancia importante para el periodismo peruano, como defensor de los derechos de los jóvenes que estudian periodismo y de la ética periodística. ¿Dónde estaban cuando había que defender los derechos del joven Atoq Ramón ante los magnates del Grupo El Comercio? ¿Cuál es su postura ante la falta de ética mostrada por el desinformador Phillip Butters?

Si esa ambigüedad moral y profesional es lo que caracteriza la colegiatura periodística en el Perú, me alegra no formar parte de la institución y me enorgullezco de saber que la gran mayoría de periodistas de formación y de oficio con quienes trabajo y a quienes leo tampoco le dan crédito a la hipocresía del Colegio de Periodistas del Perú.